A menudo los hijos se nos parecen: la historia de Pablo Baldo y Julia Benet, padre e hija que se encontraron gracias al vóley

by Eugenia Candal
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Y Joan Manuel Serrat continúa: “Así nos dan la primera satisfacción”. Para ellos no fue la primera y tuvieron que esperar más de 18 años para encontrarse, pero sin duda que el parecido entre ellos terminó siendo una de esas emociones que los marcó y marcará para toda la vida. ¿Qué hizo que sus caminos se crucen? El vóley.

Esta historia nace en 1989. Hacia fines de ese año, Pablo Baldo termina una relación con una mujer santafesina y se va a Córdoba donde a partir de 1990 continuó sus pasos en el vóley. Hacia finales de los ’90, él se entera que en abril de ese año habían sido padre pero la beba había sido dada en adopción. En esa catarata de sentimientos que significó la noticia, “Paco” inició una búsqueda que duró 4 ó 5 meses y que no dio los resultados esperados. Y así transcurrieron los años para él. Años con muchos vóley, relaciones nuevas y avanzando en su camino al andar.

Por su parte, esa beba adoptada que nació el 29 de abril de 1990 recibe como uno de los nombres “Julia” porque en ese mes se encontró y pasó a ser parte de la familia Benet, un matrimonio santafesino. Alta y amante del deporte, ella empezó a jugar el vóley en sus pagos y fue haciéndose notar al punto de ser convocada para la Selección y con la oferta de ir a jugar a Buenos Aires.

Ese crecimiento en el vóley le planteó un nuevo desafío allá por el año 2007 cuando fue uno de los refuerzos de 9 de Julio Olímpico de Freyre para la Liga Femenina 07/08. Y ahí se da un nuevo capítulo de esta historia, clave en el final feliz.

UNA LIGA EN FREYRE, EL INICIO DE LAS SOSPECHAS

Pablo Baldo era parte del cuerpo técnico en aquella experiencia del club cordobés en la Liga. “Yo era el que completaba las fichas de las jugadoras y cuando llegó la de Julia me puse a ver todos sus datos y empecé a sospechar. La fecha de nacimiento, el año y el lugar coincidían y me acuerdo que en ese momento, en el bar del club, nos juntamos con Tobe (Roberto Rittiner) y Kiko (Méndez Paz) y les conté”, relata Paco.

Acto seguido, unas palabras que lo dejaron paralizado cuando sus colegas acotaron: ‘Paco, Julia es adoptada’. “Fue un momento que jamás olvidaré, comparado al nacimiento de mi otro hijo Máximo”. La tremenda ilusión la debía manejar con cautela y es por eso que en esos primeros meses siguió investigando sin decirle nada a ella.

Por su parte, Julia transcurría su adolescencia y a la hora de repasar sobre qué sabía de su padre biológico, ella cuenta: “El único dato que tenía era el nombre de mi mamá. Siendo sincera no estaba buscando a mis padres biológicos, ni tenía intriga de quiénes eran. Gran parte de la fortaleza que tuve para encarar esta situación se debe a que, desde chica, me explicaron lo que implica una adopción y que mis padres no eran mis padres biológicos. Recuerdo a mi papá explicándome que yo no salí de la panza de mi mamá pero si del corazón, que si bien es algo que sí o sí se tiene que hacer, creo que su trabajo como padres responsables fue muy importante y me ayudó a transitar esto de otra manera, más abierta y positiva. Yo sentía que sólo ganaba con saberlo”.

CHAPADMALAL, UNA FOTO Y UNA ANÉCDOTA

Pablo Baldo es uno de los personajes más conocidos en lo que refiere a torneos nacionales y, sobre todo, Copas Argentinas. Todos lo asocian a Freyre y a Chapadmalal. Mientras él cada vez sumaba más pruebas de que ella sería su hija, en 2008 participó una vez más, año en el que Julia Benet viajó con Villa Dora para jugar.

“En esos torneos siempre había un fotógrafo que te vendía las fotos y yo le pedí que le saque a ella con la excusa que estaba observando jugadoras para la Liga. A los dos días, él me buscó para darme las fotos y como no me encontró le dijo a un padre de Freyre: ‘¿Le podrá entregar estas fotos a su entrenador? Son las fotos de su hija. Después me las paga’. Ese padre se me acerca sorprendido y me preguntó de qué se trataba todo eso. Lo llevé a tomar un café y le expliqué todo desbordado de felicidad”.

La foto que Paco pidió cuando todo era sospecha
y el fotógrafo la entregó como foto de la hija

DE SOSPECHA A CERTEZA: PADRE E HIJA, JUNTOS

Después de esa Copa Argentina, Paco volvió a Freyre para seguir su vida cotidiana, mientras que Julia, que todavía no sabía nada siquiera de las sospechas, se mudó a Buenos Aires para jugar en Ciudad.

Y finalmente con los datos, nombres e información que había recolectado por meses, Paco confirmó la noticia en el verano 2009: Julia era su hija. Pero ahí empezó otro dilema: cómo contárselo a ella en medio de muchas preguntas de cómo tomaría ella semejante noticia.

“El parecido era tremendo, hasta en la forma de caminar. Una persona muy cercana a mí empezó a hablar con ella, poco a poco, y de manera muy cuidadosa a través del MSN. Todavía tengo guardadas esas conversaciones”, relató Paco y continuó: “Una vez que había tomado más confianza con ella le preguntó si quería saber quién era su padre biológico. Me acuerdo perfectamente cuando le escribe: ‘Esa persona te conoce, es de Córdoba y vos también lo conocés’. Entonces Julia le responde que al único que conocía de Córdoba, alto y parecido era Paco”.

Y ella cuenta ese momento que marcó sus vidas con la emoción a flor de piel. “Tengo recuerdos muy vivos de ese día en el que me enteré que Paco era mi padre biológico. Estaba viviendo en el CENARD, sentada en el pasillo, chateando en el MSN y una letra rosada me preguntaba si quería saber quién era mi papá biológico. Realmente no cuestiono ni critico el método que utilizó para contármelo porque dudo que haya una forma adecuada. Simplemente pasó. Recuerdo que lloré, me reí de felicidad y lo llamé. Fue una noticia muy linda para mí. Yo tenía y tengo un papá al cual amo profundamente, pero haberlo encontrado fue un antes y un después en mi vida, ahora tengo dos papás. Con Paco tengo otra clase de cariño, un amor diferente, que también es incondicional pero diferente al fin”.

¿Hizo falta un ADN? “Para qué si somos iguales”, responden unánimemente.

El primer día del padre por duplicado para ella, sin dudas, habrá sido una fecha especial. Tenía su padre del corazón, pero ahora también el de sangre. “El primer mensaje que le mandé del día del padre fue súper emocionante y especial, tardé un montón en escribirlo. Desde ese entonces todos los días del padre mando dos mensajes”.

 EL VÓLEY COMO ACTOR PROTAGONISTA DEL ENCUENTRO

¿Qué hubiera pasado si Julia nunca hubiese jugado al vóley? ¿Y si Paco se alejaba de este deporte en los ’90? Probablemente jamás hubiesen sabido uno del otro.

“Claramente nos encontramos gracias al vóley. Es impresionante la influencia que tiene lo biológico en nuestros destinos: el vóley y Freyre cruzaron nuestros caminos”, destacó Julia, mientras que Paco completó: “No tengo la menor duda de que si no hubiese sido por el vóley jamás nos hubiésemos encontrado. Los primeros días después de confirmar la noticia fueron maravillosos, yo pensé que nunca más la volvería a ver. Dios y el vóley quisieron que nos encontremos”.

CHAPADMALAL, 11 AÑOS DESPUÉS COMO COLEGAS Y FAMILIA

Chapadmalal guarda otro capítulo más, por supuesto con el vóley de por medio. Después de aquella Copa Argentina 2008 en la que sólo había sospechas y ella no sabía nada, en 2019 ambos pasaron por Chapadmalal: él como técnico de Freyre una vez más, ella dando sus primeros pasos como entrenadora de Villa Dora.

“Ya se me hizo costumbre llegar a un torneo y saludarlo, es muy lindo ese momento. O que todos los padres de Freyre me saluden y realmente a veces no sé quiénes son. Me ven con caras de ‘nosotros sabemos que sos la hija’, me resulta muy tierno y gracioso a la vez. Siempre son muy amables y serviciales, así también ligué asados, dato no menor. Con respecto a lo deportivo, me ayudó bastante en este nuevo rol. Mi primera Copa Argentina como entrenadora fue un caos mental y por suerte lo tenía a él”, confiesa Julia.

Por su parte, Paco destacó: “Fue algo maravilloso. Verla dirigir con ese empeño, metiéndole garra y que cuando terminaran los partidos se sentara a hablar conmigo fue algo muy lindo. Ya no sabía si actuaba como consejero, padre o entrenador. Fue una experiencia impresionante que me dio el vóley, sin dudas, más fuerte que ganar una Copa Argentina”.

LA RELACIÓN PADRE-HIJA HOY

Pasó más de una década de ese momento que fue un antes y un después. Hoy los une una pasión como el vóley y un lazo de sangre.

A la hora de contar cómo es la relación hoy, ella explicó: “Hoy en día nuestra relación es buena, pero obviamente por la distancia nos vemos poco. Hablamos mucho por Whatsapp. Hace unos años atrás fui a conocer a la familia, a mi familia. Conocí a mi tía, mi abuela y mis primos”, y agregó: “Con respecto a la relación que tenemos padre-hija es muy linda. Soy muy confidente con él, nos contamos muchas cosas, a veces demasiadas. Se me hace fácil sentarme a hablar con él, puedo mostrarme tal cual soy.  Algo que destaco de él, no como padre sino como persona, es que es un hombre de gran corazón.  Y por sobre todas las cosas es alguien que le entrego mucho a este deporte, siempre con la pasión y la intensidad que lo caracterizan”.

Por su parte, Paco dijo: “Ella es apasionada, temperamental y cariñosa con quien lo desea, no oculta sus sentimientos. Hablamos mucho. Yo soy poco demostrativo pero hemos logrado hablar como si nos conociéramos de toda la vida. Fuimos venciendo barreras de a poco. Nuestro trabajo nos hizo y nos hace vernos en torneos y eso es una de las cosas más lindas que me puedan pasar”.

María Eugenia Candal
@euge_candal

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