Cristóbal Jung, o cómo el vóley le ganó una pulseada al handball

by Sergio Lopez
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Dentro de las miles de historias que conviven en el vasto mundo de las Inferiores Metropolitanas, hubo una que quedó al descubierto semanas atrás, con el título de Ciudad en la rama masculina de la Superfecha Sub 17. Allí, el mejor jugador del torneo fue Cristóbal Jung, que hace no mucho eligió recalibrar su mira: de apuntarle a un arco al cuadrado de 9×9 del campo rival.

Todos los deportes recorren el arduo camino de la captación, a través de montones de profes que se desviven para que nuevos chicos elijan su actividad. El vóley está en eso aunque no haya sido así en lo particular de este caso, porque lo que llevó a Cristóbal, jugador Sub 17 de Muni, a mudarse al deporte de la red alta fue algo más fortuito: “Desde siempre, jugaba al handball en el colegio. Sigue siendo uno de mis deportes favoritos, pero un verano conocí el vóley en la playa y me encantó. De ahí en más, quise empezar.”

Pasaron ya cinco años de aquel primer contacto en la arena, según sigue recordando el juvenil: “Tenía 11 o 12 años cuando empecé en la escuelita, arranqué con mi hermano que también hace handball. Hacíamos cualquier cosa… Llegué a dejar, pero al año siguiente empecé en serio, con Gustavo (Pazzano) como mi primer entrenador, y fui entrenando cada vez más, pero seguía con handball en el colegio. En el tercer año, lo dejé para dedicarme sólo al vóley.”

Y eso que la dualidad era cosa de familia. Cuenta Jung sobre su padre, el gran artífice de todo esto: “Él jugó, incluso él era el que se prendía al vóley en la playa, y yo lo acompañaba. Fue quien me dijo que vaya a Ciudad y también me enseñó algunos básicos, como el golpe de arriba. Yo no entendía nada… Y él también hace handball, o sea, jugó los dos deportes en su vida. Por suerte mi hermano mayor se quedó en el handball y yo en el vóley, así que tiene las pasiones repartidas. Sin él, nada de esto pasaba.”

Al rato, la charla entrega otro detalle delicioso, de esos que siempre llaman la atención de la jauría de periodistas de esta web: una evolución meteórica. “Arranqué jugando en Nivel C y estuve tres años ahí. Recién este año pasé al Nivel A. Habíamos ascendido a Nivel B con mi equipo, pero justo se dio cambiar”, recapitula. Alejandro Kolevich, su actual DT, puso el ojo en él y provocó la ignición: pasó de la tercera categoría a la elite, y de ahí a MVP de la Superfecha.

Respecto de este salto sin escalas que desembocó en el premio individual, analiza: “Fue raro. Creo que se dio un conjunto de cosas: estuve entrenando muchísimo este año, pude sumar un montón de experiencia cuando me convocaron a la Selección Metropolitana, tuve una muy buena semana antes del torneo y me entendí muy bien con los chicos. Me costó al principio jugar en Nivel A, pero creo que me adapté rápido.”

Ahora, el vóley ya está arraigado. “Me gusta la complejidad del deporte. No es como el fútbol, que simplemente pateás la pelota, o el handball, que la tirás. Hay toda una técnica atrás y es complicado, pero a la vez gratificante cuando te sale bien”, compara. Y, como por ahora le va saliendo bien, disfruta y no se apresura en edificar: “Estoy más que feliz y conforme con mi nivel. No sé qué puede pasar en el futuro; lo que venga iremos viendo.”

Sergio López
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